Querido Antonio,

Siempre me hablaste de tu pasión por la bicicleta. De aquellas carreras que hace muchos años la UCO organizaba en Olesa y donde tú siendo un crío participabas. 

Recuerdo cuando me dijiste que querías volver a hacer deporte y que te ibas a comprar una mountain bike. Aquellas cenas donde me explicabas tus hazañas con Els Senglars, las cursas, los senderos, las trialeras, cuando compraste la Yeti… y al final me convenciste. Yo también quería aquello. Parecía muy divertido. Y lo fue. Y tanto que lo fue.

Y así empezaron los Yetis. Conforme el grupo crecía, nos convencías de las bondades de esa máquina y todos caíamos rendidos. Y así cada día una ruta nueva, cada día un nuevo descubrimiento, cada día más lejos. 

Podría nombrar miles de rutas, miles de anécdotas, miles de buenos momentos y sería injusto porque faltarían tantas miles con Els Senglars y tantas miles con otra gente con los que compartiste caminos.

Creo haberte conocido bien y creo que has sido un tío muy activo, inquieto, optimista, alegre, siempre queriendo superarse, de ideas claras, mirando hacia adelante, sabiendo estar, con don de gentes, colaborador y compañero.

Y por todo eso, por esa forma de ser, has hecho tantos amigos, tantas historias, que este fin de semana, desde el cielo habrás visto todos los ciclistas de Olesa llorar tu pérdida. El vacío que dejas es muy grande. 

Pero cada vez que suba en mi bici, un trocito de ti irá conmigo y me encargaré, mientras pueda, de que tu legado no se pierda. Y estoy seguro que voy a tener ayuda.

Así que gracias por todo amigo y hasta el próximo Domingo.

José A. Díaz Manzanares.